
Desde 2006, en Marruecos, noroccidente de África, se celebra anualmente una carrera que por su dureza y exigencia es conocida como el París–Dakar del ciclismo. Su recorrido inicial es en las montañas de este país monárquico, que dan paso al desierto, el trazado de mayor sacrificio y compromiso por parte de los 2.823 auténticos osados y valientes pedalistas, que en cerca de una década se han atrevido no solo a participar sino a concluir, para luego poder decir con orgullo «yo también lo hice».
En su primera vez, 143 intrépidos pedalistas se animaron a dar rienda suelta a su espíritu aventurero y cubrieron 350 kms en cuatro etapas, una diaria, por el indómito Sahara marroquí. La experiencia gustó tanto, que los pioneros organizadores se llenaron de entusiasmo para celebrarla al siguiente año, y en mayo pasado, se completaron nueve temporadas seguidas, de ahí que la que viene es especial al cumplir 10 ediciones, lo que ya empieza a volverla en una prueba extrema de tradición.
Por eso, está en marcha la organización para reunir cuanto antes los 600 intrépidos expertos en el vehículo de dos ruedas, sin motor, tarea que no parece difícil pues su sitio web anuncia a este jueves que restan menos de doscientos (191) para completar la cifra mágica. Algunos de esos cupos pueden ser para colombianos, pues está en el país para su promoción el español Manuel Tajada, director técnico de la carrera, quien habla sobre la intrépida Titan Desert para www.revistamundociclístico.com:
¿Qué historia tiene la carrera?
Nació en 2006 como la mezcla de una serie de variables que teníamos en RPM, que es la empresa encargada de organizarla, porque teníamos mucha experiencia en carreras en el desierto, somos los responsables del Rally París–Dakar, también tenemos trayectoria en carreras tradicionales, como la Vuelta a Cataluña, que organizamos, y además, editamos la revista Solo Bici. En ese año, fuimos unos 150 inscritos, más 30 personas de organización. Fue más que una simple competencia.
¿Cómo han transcurrido las distintas ediciones?
Cada vez, más grande. En 2008, ya se despertó el interés de los profesionales, vino (el italiano) Claudio Chiapucci, (el francés) Laurent Jalabert, (el español) Roberto Heras, muchos extranjeros desde 2009, hasta llegar a tener más de 500 participantes –actualmente– de 22 nacionalidades; una carrera con un programa diario en televisión.
¿Es abierta?
Es abierta, sobre todo a los ‘amateurs’, con una cierta mínima edad. Se corre en solitario, aunque también hay categoría por equipos, pero lo bueno que tenemos, es que es de las pocas carreras en que un ‘amateur’ puede convivir, hacer el mismo recorrido que los profesionales, duerme en el mismo sitio, come en los mismos lugares, convive con ellos en los campamentos, sabiendo que los primeros utilizan 4 horas y los otros 12.
¿Se puede calificar como competencia formal?
Es una carrera desde que se da el pistoletazo hasta que se baja la bandera final, hay tiempos de control, hay clasificaciones, hay distintas categorías, por edades, intentamos fomentar la participación de gente que trabaja en la misma empresa (categoría ‘Corporate’), que está formada por tres miembros de un equipo los cuales trabajan en la misma compañía.
¿Qué lo trae a Colombia?
La posibilidad de dar a conocer al público colombiano, que es muy ciclista, lo que es la Titan, porque creo que hay un potencial mercado para que se conviertan en atractivo allí, desde el punto de vista de dos colectivos, los ‘amateurs’ y los profesionales, quienes pueden llegar a participar en un tiempo cercano.
¿Ya ha habido participación nacional?
Si, incluso hay un vencedor de etapa colombiano reciente (Diego Tamayo), además, el año pasado fueron el país más representado de las 22 nacionalidades presentes.
¿Qué se necesita para participar?
Ilusión, ganas de vivir una aventura y haber entrenado un tiempo, porque la carrera es dura, indudablemente es exigente, son más de 600 kms en condiciones difíciles, porque se duerme en el desierto, se come la comida típica para estas ocasiones, aunque, siempre, llevamos lo mejor de lo que podemos llevar a estos sitios.
¿Hay un límite para la inscripción?
El 15 de marzo (de 2015), o si antes llegamos a los 600 inscritos, se cierran (las inscripciones), porque logísticamente más allá de ese número no podemos dar garantías, pero como nos gusta conocer quienes son los participantes, saber un poco de su historia, con más de esa cifra, perderíamos ese espíritu Titan que nos ha acompañado.
¿De qué tipo de carrera se está hablando?
Son seis etapas, del 27 de abril al 2 de mayo, diferenciadas en dos partes, las primeras etapas son de montaña y una parte de desierto, las últimas jornadas. Cada tramo está rondando entre los 80 y los 120 kms, cuanto más distancia, menos desnivel acumulado. Hay un gran paso de las dunas (acumulación de arena) donde los participantes han de empujar (o cargar) las bicicletas.
Desde el año pasado, gracias a Garmin, hemos añadido el componente de la navegación. Hay una etapa en la que no hay ningún tipo de indicaciones para la gente. Con su GPS y los puntos que les indicamos el día anterior, han de completar todo el recorrido en el menor tiempo posible.
¿Qué los animó a hacerla?
Nos animó nuestra pasión por la bicicleta y el amor por Marruecos, un país lleno de contrastes. Uno de los mensajes que siempre recuerdo es el de Óscar Pereiro (campeón del Tour de Francia 2006), quien me dijo, «he sufrido más en una de estas etapas, que en todas las que corrí en el Tour de Francia».
¿Los estímulos para los participantes?
Ofrecemos al participante que gane, el pago total de la inscripción para la siguiente edición, la completa financiación, pero nos anima es que vengan, por eso, ayudamos buscándoles mejores precios, fabricantes de equipajes con precios competitivos, contactos con empresas de entrenamientos, mucho apoyo al ‘amateur’ para que se incentive a venir.
¿El tipo de acompañamiento que hay?
A nivel de lo que se van a encontrar, desde que se llega hasta que se va, hay 150 personas que te acompañan, te guían en lo que se necesite durante los diversos puntos de control, hay coches escoba, hay mecánicos, hay gente que va por una ruta paralela que esperan en los campamentos para ayudar.


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