
Después de bajar del podio final del Tour de Francia con el imponente Arco del Triunfo a sus espaldas y luego de abrazar en forma un poco embarazosa a su compañero de equipo y segundo de la general individual Chris Froome, el nuevo rey del ciclismo en ruta Bradley Wiggins (32 años), se dirigió al lugar donde estaban su esposa Catherine (30) y sus hijos Ben (7) e Isabela (5) igualmente para abrazarlos y estampar un beso en los labios de su mujer con el cual sellaba la más grande victoria del ciclismo británico en lo que a la ruta se refiere y que reproduce en el momento en el cual todo el territorio ingles se prepara para realizar el evento más grande del planeta: Los Juegos Olímpicos.
Wiggins, había dicho -en inglés- durante la ceremonia de premiación dirigiéndose desde el podio a los miles de visitantes en la avenida de los Campos Elíseos, que “han sido tres emanas mágicas para el ciclismo, especialmente para el ciclismo británico y no puedo sino agradecer a todos los que me han permitido hacer realidad este sueño”.
Lo que siguió fue la celebración con sus miles de compatriotas que se tomaron literalmente a Paris desde el sábado y en la Place de la Concorde, con el Obelisco como testigo mundo, Wiggins se subió al carro acompañante -al mejor estilo de los corredores de carros- y desde el techo saludó a los presentes, con una venia mientras exhibía la bandera del país que le alberga desde niño y donde vive también su madre –Linda- a quien dedico la victoria especialmente mientras dijo que no se había acordado mucho de su padre, un australiano quien también fue ciclista que precisamente corría en los velódromos europeos las pruebas de Seis Días y termino alcohólico y abandonando la familia cuando Wiggins tenía apenas dos años.
Persiguiendo la Gloria
Cuando “Wigo” tenía 19 años se reconcilió con su padre pero este finalmente falleció en 2008 en medio de extrañas circunstancias. Sin embargo, en su autobiografía titulada “Persiguiendo la gloria” el entonces campeón mundial y olímpico reconoce que fue su padre quien le inculcó el amor por el ciclismo y le dejó el ADN del campeón que su padre no pudo ser.
Precisamente la historia del nuevo campeón del Tour reivindica y estimula a los practicantes del ciclismo en pista que finalmente encuentran fuera del velódromo también la oportunidad de mostrar sus condiciones en las pruebas de largo aliento, incluidos los velocistas como lo demuestra la fabulosa actuación en la ruta, del hombre más veloz del mundo rutero Mark Cavendish, ganador ya de 23 etapas en la historia del Tour de Francia, con tres en este 2012 y honrando su camiseta de campeón del mundo ganada el año pasado en Dinamarca.
La victoria de Wiggins pone punto final al romance fallido de Inglaterra con el Tour de Francia, luego de las apariciones de Tom Simpson, Barry Hoban, Sean Yates, Cris Boardman, Robert Millar y el mismo Wiggins quien había estado cerca del podio –cuarto en el 2009 – mientras abandonaba el año anterior por una caída.
No soy un Súper Hombre
En la rueda de prensa concedida por Wiggins y en la cual estuvo www.revistamundociclistico.com, se escucharon respuestas y opiniones del nuevo monarca, salidas del molde tradicional de muchos ganadores: “Cuando crucé la raya después de la crono del sábado, con el puno al aire, salieron a flote todas las emociones, las rabias, las sensaciones que venía guardando desde hacía muchos años cuando escuche decir que Bradley jamás ganaría el Tour”.
“En el Tour de Francia todos los momentos son difíciles, cada día tiene sus propios desafíos. Nadie imagina lo estresante que es la primera semana, queriendo estar todos adelante para evitar las caídas. Además, yo me convertí en líder de la carrera a dos semanas del final y eso obliga a estar con la prensa, a diario, el control médico, el público, etc, etc, lo que se convierte en una causa más de tensión que para muchos es imperceptible pero que solo el corredor siente”.
Suele decirse que en las carreras por etapas todos los ciclistas tienen un mal día pero “Wigo” acaba con ese mito señalando: “Dije desde Lieja, que para ganar esta carrera y otras por etapas, hay que estar bien todos los días. En el Tour, no puedes tener un mal día. Hay que tener durante tres semanas regularidad, salud, solidez física y mental. Yo creo que he estado mejor que todos, sin importar quién”.
“Nunca tuve miedo de fallar un día, pues cada mañana me acompañan las mejores sensaciones físicas y mentales. Si tuviese hoy un día libre me iría a beber unas cervezas. Esta es una realidad y hace parte de mi manera de vivir”.
“No me gusta estar por debajo de nadie pero tampoco me siento superior por el hecho de haber ganado el Tour. Simplemente yo he hecho mi carrera, a mi modo, con el respeto debido a todos los demás corredores”’.
“Cuando se es un atleta de alto nivel, el más peligroso rival es uno mismo. Sucede tanto en la pista como en la ruta. Uno se levanta y se pregunta si estoy bien, si hare todo bien. Mientras calientas en la pista o para una crono te preguntas si tus piernas no van a fallar, ¿qué dirá la gente y la prensa si yo no gano hoy? En mi caso yo siempre me concentro en mis puntos más fuertes, los perfecciono, los cuido y procuro olvidarme de mis debilidades”.
Ahora, la medalla de oro en la Olimpiada
“Yo vengo desde muy lejos, nadie se imaginaria en mi juventud -ni yo mismo- que yo podría ser campeón olímpico, mundial y ganar el Tour. Cometí muchos errores, anduve por el camino equivocado, digamos que era menos profesional que ahora pero lo que quiero es seguir siendo el mismo, porque si tú sigues siendo genuino la gente aprende a apreciarte cómo eres”.
“No quiero ser un modelo para nadie, soy un ser humano que se ha equivocado y puede seguirse equivocando. No quiero subir a un pedestal como el ejemplo perfecto. Soy un ser humano como cualquiera otro y no quiera que las gentes tengan una percepción equivocada de Bradley Wiggins. Lo que me gustaría es servirle de inspiración a los jóvenes ciclistas para que ellos se convenzan de que si es posible ganar el Tour de Francia mediante la constancia y la determinación de serlo”.
“Siempre me reprochan mis años de juventud londinense que no fueron un dechado de virtudes pero la verdad es que ellos son los que hoy me sirven para tener los pies en la tierra .En esos años yo veía el Tour en TV veía a Indurain, Lemond, entre otros muy lejos, pero finalmente hoy los veo iguales a mi como seres humanos, cada uno proveniente de diversos orígenes pero finalmente señalados por la vida para ser ciclistas y ser campeones”.
Al reconocer que se preparó para ser campeón del Tour sin olvidar el más pequeño detalle, Wiggins igualmente no tiene claro lo que viene inmediatamente después de haber vuelto de Paris a Londres en un avión privado con el resto de sus compañeros de equipo porque: “Lo primero que hay que hacer es volver a la realidad. Se acabaron tres semanas diferentes, de hotel en hotel, conferencias, de prensa, televisión, radio, aficionados, tensión, y todo lo que implica el Tour. Ahora regreso a mi casa y salgo el mismo lunes a montar en bicicleta que es mi oficio. Quiero hacer una crono de clase mundial en los olímpicos y ganar la medalla de oro. Primero, debo limpiar mi casa, ordenarlo todo y volver a mi realidad”.
El anterior es Bradley Wiggins, el extraño muchacho de Gand que siempre anduvo persiguiendo en la pista, en la ruta y en la vida, su forma de ser y vivir, pero felizmente la ha encontrado gracias al ciclismo. Su vida está llena de contrastes pero él ha sabido manejarlos todos y ahora está en el podio de los campeones. Eso permite decir hoy “God save the King” en lugar de “God save the Queen” que es la frase más escuchada en toda la historia del Reino Unido.


Créditos Fotos: AP
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