
En 2012, con motivo de cumplir 80 años de vida, la publicación mensual de ciclismo EL ESCARABAJO, visitó a Ramón Hoyos en su finca El Sango, en Guarne, Antioquia, donde vivía solitario. Era regularmente visitado por su hijo mayor, Álvaro, quien tiene a su cargo el almacén de bicicletas en Medellín, con el nombre de su padre, con más de medio siglo de vigencia y uno de los pioneros en el país.
Álvaro Hoyos se interesó por reunir lo poco que quedaba de la cantidad de trofeos que recibió por sus triunfos. Su tarea era hacer un pequeño museo en el último piso del almacén para rendirle tributo por sus hazañas. Esta es, tal vez, la última entrevista que el primero de los ‘Escarabajos’ dio para un medio de comunicación. Por considerarla de suma importancia, www.revistamundociclístico.com la reproduce:
«El Escarabajo habló con Ramón Hoyos Vallejo, el primer ídolo en la historia del deporte colombiano, quien gracias a sus éxitos y a su intrepidez sobre una bicicleta promovió el ciclismo en los años cincuenta. El motivo era rendirle homenaje por las 80 ‘ruedas’ cumplidas el sábado 26 de mayo.
A sus 19 años, sale de su natal Marinilla rumbo a Medellín al considerar que su etapa en el campo se había agotado. Desde que llega a la capital antioqueña tiene contacto con la bicicleta al necesitarla en el primer trabajo que tuvo tras ser empleado como mensajero en un granero.
Su primera experiencia como ciclista resulta tan adversa que abandona la cicla, pero al entrar a laborar a Coltejer la recupera al advertir que le servía como medio de transporte. Pronto renace la pasión cuando gana la doble a San Cristóbal en diciembre de 1951. Así se inicia su victorioso palmarés.
Un mes después, toma la salida en la segunda edición de la Vuelta a Colombia. Culmina de sexto y obtiene de Cali a Sevilla el primero de sus 38 triunfos parciales. Al año siguiente logra el primer título con ocho éxitos intermedios. De 1953 a 1956 defiende la corona, incluso, domina la de 1955 con la friolera de 12 victorias sobre 18 etapas, registro aún vigente para una misma edición.
En 1958 alcanza el pentacampeonato y en 1964 la corre por última vez. Adiós al ciclismo. Se cansó de trasegar por las destapadas vías del país, pero más de que eso, no vio compensado su esfuerzo, por ejemplo, es el único doble campeón de ruta (individual y equipos) en la historia de Colombia en Juegos Panamericanos –Ciudad de México 1955– y todavía, espera el reconocimiento.
En la sala de su casa en la finca de la vereda El Sango, en Guarne (Antioquia), está intacta la protagonista de tan sonoro éxito del deporte criollo en esa época. Él, al ver como la observábamos en detalle se apura a decir, «esa, es la única cicla en este país que ha sido campeona panamericana dos veces».
¿Cómo fue aquello?
Encargaron al general Benjamín Jiménez, quien aún vive en Medellín, para hacer un equipo bueno. Nos fuimos a México a ver qué pasaba. Era un circuito grande.
¿Sorprendidos los mexicanos por el triunfo?
No, nos aplaudían y nos abrazaban al reconocer que fuimos los mejores.
¿Cuánto le costó la cicla?
Me costó $200 pesos, pero no me acuerdo a quien se la compré.
¿Por qué la conserva?
Porque es un lindo recuerdo. Uno se acostumbra a ella, no importa si es buena o no, si es fina u ordinaria.
¿La vendería?
No, porque no necesito vender lo que ya no necesito vender. Ahí se queda.
¿Qué le dieron por las medallas?
No, no han dado nada todavía.
¿Sabe que jamás otro colombiano ha vuelto a ganar esa prueba?
Para que se den cuenta lo dura que es la ruta. Yo fui un rutero consagrado, ahí quedó lo que hice.
¿Por esa consagración ganó cinco Vueltas a Colombia?
Seguramente. Yo todo lo que corría lo ganaba.
¿Qué lo animó a correr la segunda edición de la Vuelta?
Debe ser porque no había mucho requisito ni tanta pendejada como ahora. La Vuelta servía para demostrar quién era el verraco pa’l ciclismo.
¿Llegó rápido el primer título en 1953?
Después de lo del 52, me seguí entrenando con más responsabilidad y corrí con deseo de ganarla, me sentía con condiciones de triunfar.
¿Curioso verlo campeón de la Vuelta a Colombia como militar?
Eso dio oportunidad para que el ciclismo cogiera más fama gracias al apoyo del ejército.
¿Le gusto la milicia?
Si, me gustó por su disciplina.
¿Cuál era la etapa de la muerte en esa época?
Riosucio-Medellín en ambos sentidos, había que pasar por Supía, Caramanta, Valparaíso y luego bajar a La Pintada, sólo terreno destapado.
En 1954 hizo historia al ser el primer campeón colombiano de ruta en el exterior al ganar la Vuelta a Puerto Rico…
Me invitaron como único colombiano. Recuerdo algo de su recorrido por San Juan, Humacao, Ponce, Mayagüez y Arecibo.
¿Ganó alguna etapa?
Ponce–Mayagüez, gané por 16 minutos, eso me permitió coger y afianzarme en la punta. Había mucha subida, lo que me puso muy contento.
¿Por qué no le llamó la atención ser técnico?
Porque le quitaba tiempo al negocio de las bicicletas, que era el que dejaba el billete, ser técnico no dejaba nada.
¿A qué atribuye que sus hijos no hayan seguido sus pasos?
Se dieron cuenta que el ciclismo es muy verraco, se dedicaron a estudiar porque así les iba mejor. Me gustó que no fueran ciclistas.
¿Y a usted por qué le gustó el ciclismo?
Porque una cicla se compraba fácil, la ropa de ciclismo era barata y como era pobre, era lo que estaba a mi alcance, pero esa misma pobreza me ‘tiró’ a correr bicicleta, vi que era lo que podía hacer.
¿A su señora le gustó que fuera ciclista?
No sé si le gustó, la verdad, nunca se lo he preguntado.
¿Le alegra cumplir 80 años?
Me alegra. Eso demuestra que el deporte prolonga la vida y la convivencia del ser humano, le permite llegar en buenas condiciones a esta edad.»
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