
La tendencia en el periodismo deportivo -sobre todo el de este lado del mundo-nos ha querido enseñar que la palabra bien escrita, la narración lírica y el cometario adornado de la radio, así como el calificativo elegante y preciso son propiedad de quienes escriben o hablan en el mundo del fútbol.
Nada más erróneo que esto, pues existen otros deportes en el resto del planeta, donde la hermosura de un texto, la fábula de un relato o de un comentario, el calificativo inagotable también existen y uno de esos deportes donde esto se encuentra es el ciclismo y uno de los eventos que más despierta todo lo anterior es la competencia de un solo día que une después de 290 kilómetros la capital industrial italiana (Milano), con uno de los sitios paradisíacos de ese mismo país: San Remo.
En efecto, no es fácil encontrar en el calendario ciclístico mundial, una carrera de un día que contenga tanta historia escrita, radial, televisada e impresa en millones de fotografías, que Milano-San Remo, cuya edición número 103 se realiza este sábado, 17 de Marzo, luego de haber sido creada y puesta en marcha en 1907 por primera vez y en la misma fecha (cerca de la fiesta de San José que es el 19 de Marzo), con la victoria del entonces astro francés Lucien Petit Bretón, para registrar dos años más tarde la primera victoria italiana a través de Luigi Ganna y posteriormente una fabulosa sucesión de héroes de diversas nacionalidades, con la interrupción a causa de los conflictos mundiales en 1916 y posteriormente en 1944 y 1945.
Cuestión de honor para los grandes nombres de la ruta
Desde sus comienzos y hasta hoy, Milano-San Remo ha sido una lucha de colosos de la ruta que se han repartido las 102 victorias entre los grandes campeones de las pruebas por etapas y los especialistas en resolver en pocos metros grandes esfuerzos y hazañas inconmensurables, acompañados también de impresionantes pasistas. Otras veces, resultaron llegando algunos ganadores sorpresivos a la vía Roma de San Remo (Marc Gómez), luego de una espectacular fuga individual o colectiva que fue imposible anular por los grandes aspirantes a ganar la primera gala del ciclismo mundial en cada año o temporada.
Por ello en sus primeros 25 años, la prueba muestra en el álbum de oro nombres como los de Luigi Ganna y Alfredo Binda dos de los grandes ruteros italianos del comienzo de siglo como vencedores al lado de Constante Girardengo, otro súper campeón italiano que ganó en 5 oportunidades la famosa carrera, convirtiéndose en el primer ícono y héroe de San Remo.
Entre los años 40 y 60, aparecieron en la escena de la “Primavera Rosa”, los nombres de los gigantes de la post-guerra: Fausto Coppi y Gino Bartali con 3 y cuatro victorias cada uno respectivamente, apoderándose prácticamente de una década no solo de Milano-San Remo sino igualmente del ciclismo italiano y mundial.
Es a partir de 1951, cuando el dominio italiano comienza a dejar paso a grandes campeones de otras nacionalidades como: Louison Bobet y Raymond Poulidor de Francia, Rick Van Looy de Bélgica, Tom Simpson de Inglaterra y Miguel Poblet, el primer español en ganar la famosa carrera.
Merckx, el más grande
Pero finalmente es a partir de 1966 cuando comienza a escribirse la más grande historia de Milano-San Remo. El autor es nada menos que un jovencito de apenas 21 años de edad, nacido en Bélgica y llamado Eddy Merckx a quien dos años atrás le habían impedido ir a los Juegos Olímpicos de Tokio por el diagnostico que señalaba una enfermedad en su corazón. Merckx, se convertiría al año siguiente en campeón mundial de ruta y luego iniciaría una fabulosa carrera que le llevaría a ser el mejor ciclista de todos los tiempos, agotando todos los calificativos y ganando tantas carreras como nadie más solo él ha hecho en el mundo. San Remo le vio llegar siete veces en calidad de ganador, cifra hasta hoy no igualada: 1966-67-69-71-72-75-76.
Eddy no solo fue el más grande en San Remo. Fue el más grande de todos en todos los tiempos y aún hoy nadie ha logrado superarlo, excepto Lance Armstrong con sus 7 Tours de Francia mientras el belga consiguió “solo” 5.
Merckx, Coppi y otros grandes de la ruta enseñaron el camino a quienes habrían de sucederles y por ello a partir de 1977 y hasta 1992, aparecieron gigantes como: Saronni, Moser, Fignon, Bugno, Chiappucci, Kelly, ganadores de Giro, Tour, Vuelta, también ratificándose en la Clásica de Primavera, dejando algunas veces espacio para Kuiper, Maechler, etc.
Y desde Sean Kelly 1992 hasta hoy, la Milano-San Remo se convirtió en estos últimos 20 años en una feria donde los embaladores o kamikazes de los últimos 200 metros han hecho de las suyas, apoderándose del reinado en San Remo y condenando al “olvido “a los astros de las carreras por etapas con algunas contadas excepciones. Primero porque estos mismos decidieron alejarse de la carrera y segundo porque los equipos se decidieron a preparar colectivos que en función de un solo hombre trabajan como maquinas infernales para llevar sanos y salvos, a pesar de La Cipressa y el Poggio, a sus hombres velocistas claves -los que a su vez progresaron de manera impresionante- para resistir no solo los 290 kilómetros sino el ritmo infernal impuesto por los campeones y equipos de las pruebas ruteras por etapas en las tres subidas principales.
Por eso es que aparecen después del 92, los nombres de los italianos Colombo, Cipollini, Bettini, Petacchi el alemán Zabel (en 4 oportunidades), el español Freire con tres títulos, el suizo Cancellara (2010 ), -mas pasista, que velocista-, el actual campeón mundial Mark Cavendish de Inglaterra (2010) y el australiano Mathew Goss que hizo historia el año pasado al convertirse en el primer australiano en ganar la carrera, como una premonición de lo que haría su compatriota Cadel Evans en el Tour de Francia 4 meses después, lo que no ha impedido que entre Italia (50), Bélgica (20) y Francia (12) se hayan repartido 82 de las 102 ediciones disputadas hasta hoy.
Así las cosas, esta es la historia de una carrera que no termina de agotar calificativos, sobre la cual se han escrito historias maravillosas, fábulas de recuerdo, escritas por auténticos literarios al servicio del ciclismo. Para los italianos, ganarla es cuestión de honor y cada año aguardan con ansiedad que uno de los suyos aparezca con brazos en alto en señal de victoria. De no ser así, entonces comenzarán a pensar en el desquite en el mes de Octubre cuando se corre la clásica del otoño (Giro de Lombardía) o de lo contrario, guardarán banderas, aplausos y vítores para el año siguiente.
Análisis Topográfico:
Topográficamente, la carrera ha tenido a lo largo de sus más de 100 ediciones, pocas modificaciones y ha emprendido casi siempre la misma ruta, los mismos 298 kilómetros. En algunas versiones ha tenido más o menos dificultades montañosas que no son ni mucho menos premios de primera, segunda o fuera de categoría. La San Remo que se corre este sábado tiene 7 escollos para superar luego de los primeros 120 kilómetros, cuando la carretera se empina hacia el Turchino, una subida tendida que termina en el kilómetro 142 cuyos últimos 8 ofrecen la mayor inclinación, que de todos modos no supera los 532 metros sobre el nivel del mar. Luego se descienden 12 kilómetros y se sigue por terreno plano hasta el kilómetro 199 para ascender a la Manie, la segunda subida del día con 5 kilómetros, para seguir al encuentro de los tres “Capi” (Capo Mele, Cervo y Berta), repechos de 2 y tres kilómetros de extensión, ubicados entre los kilómetros 239 y 258, para abordar 12 planos y encontrarse con La Cipresa (5 kilómetros de extensión), que terminan en el kilómetro 275.
Finalmente, rápido descenso y 4 kilómetros planos, para enfrentar el último y decisivo escollo: la subida al Poggio con 7 asfixiantes kilómetros que terminan en el kilómetro 291 a una altura de 160 metros sobre el nivel del mar, partiendo de 60 mts y luego un descenso suicida de 6 kilómetros y uno plano a la meta ubicada en el Lungo Mare Italo Calvino, (que ha reemplazado la Vía Roma), en donde suelen llegar en los últimos años más de 50 corredores para definir uno de los títulos más apreciados y recordados por su importancia y prestigio en el mundo del ciclismo, solamente comparables con la otra súper clásica considerada monumento del ciclismo: Paris-Roubaix, el Infierno del Norte.
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