El amanecer apenas asoma cuando Miguel Ángel Marín se coloca el casco, ajusta los guantes y da las primeras vueltas con su bicicleta, sintiendo el peso de las experiencias que ha acumulado en cada pedalazo. El sol, apenas visible sobre las montañas antioqueñas, empieza a iluminar el camino, al igual que lo hace la convicción de Miguel, quien recuerda el día en que se enamoró del ciclismo.
Él estaba junto a su padre mirando a Nairo Quintana competir en una Vuelta a España. Fue en ese instante que, con la fuerza de quien reconoce una vocación, decidió que también quería sentir la carretera bajo las ruedas de su bicicleta y el viento cortando su rostro.
Ese amor a primera vista por el ciclismo lo llevó, con apenas 7 años, a inscribirse en un club de su pueblo, El Carmen de Viboral. Los entrenamientos en las sinuosas montañas le enseñaron disciplina y paciencia; le dieron la tenacidad que se necesita para enfrentar cada subida, cada curva cerrada y cada sprint que exige el deporte.
‘El panita’, como lo conocen sus compañeros, ganó su primer trofeo ocho días después de subirse por primera vez a una bicicleta de competición, y desde entonces no ha dejado de sumar kilómetros ni de marcar su historia en el ciclismo juvenil colombiano.
Él es un corredor completo que se desenvuelve con habilidad en la pista, la ruta y la contrarreloj. Este año, el joven ciclista dejó su marca en el Campeonato Panamericano Juvenil con cuatro oros, y luego, en el Mundial Junior en China, demostró su nivel al quedar en el top 5 mundial en la prueba de eliminación y sexto en el ómnium y la prueba por puntos. Este año, con el apoyo de su equipo y una preparación impecable, se coronó campeón de la edición número 40 de laVuelta de Porvenir.
“La Vuelta del Porvenir, el Mundial en China y los Panamericanos han sido experiencias increíbles. En los Panamericanos obtuve cuatro medallas de oro en cuatro pruebas, lo cual es un gran logro. En el Mundial en China, quedé en el top 5 a nivel mundial; fue un buen resultado, aunque aspiraba a un poco más. Todas estas experiencias son valiosas, ya que suman al proceso y nos enseñan mucho”, expresó en conversación con el Ministerio del Deporte.
Para el pedalista antioqueño, el ciclismo es un estilo de vida, una pasión que vive intensamente cada día. Levantarse temprano, entrenar con la mejor actitud, enfrentar los retos de cada competencia. Todo ello forma parte de una rutina que disfruta y que, al mismo tiempo, le exige dar siempre lo mejor de sí. En cada competencia se revela el alma de un joven que, con 18 años, ha encontrado en el ciclismo un camino, un sueño y una razón para pedalear hacia adelante con determinación.
“En los momentos más tensos de una carrera, siempre trato de mantener la calma. Me considero un corredor que sabe manejar bien las situaciones, así que nada me afecta demasiado. Pienso mucho en mi familia, en los esfuerzos que hago y en los que ellos hacen por mí, y en toda la gente que me apoya. Todo eso me motiva a dar más del 100%”, menciona.
Actualmente, Marín se encuentra en los I Juegos Nacionales Juveniles, unas justas que significan mucho en su carrera: “Sería increíble ser el primer campeón y hacer historia en estos Juegos”, comenta, con la misma emoción de aquel niño que pedaleaba en las colinas de El Carmen de Viboral, soñando con los grandes escenarios.
Miguel sabe que este camino no lo ha recorrido solo. Para él, el respaldo del Ministerio del Deporte ha sido fundamental, no solo en términos de oportunidades, sino como un impulso real para el ciclismo juvenil en el país. “Es muy bacano que se están haciendo más competencias para nosotros, los jóvenes. Estas categorías son el futuro del ciclismo”, asegura con gratitud y entusiasmo.