Respondiendo a la más pura esencia de lo que es este deporte, podemos decir que el ciclismo viene corriendo desde mediados de marzo su propia carrera y lo hace -como el resto de la humanidad-, contra un enemigo microscópico, casi invisible, pero a la vez tan grande que fue capaz de paralizar al mundo.
Como uno de los grandes damnificados, el ciclismo ha venido transitando desde comienzos de marzo lo que sería una difícil etapa con Premio de Montaña “fuera de categoría”. (pandemia y suspensión de la actividad), del que todavía restan unos cuantos kilómetros subiendo (reducción de contagios y fallecimientos), para luego afrontar el descenso (volver a entrenar en carretera y ojalá sin caídas) para dirigirse finalmente en terreno plano hacia la meta (volver a competir).
En esta carrera hacia la meta, el deporte de los pedales ha venido superando con paciencia los inconvenientes y hoy ya tenemos ciclistas entrenándose en las carreteras de Europa y Colombia, lo que permitió igualmente encontrar en el horizonte un calendario para lo que resta del año a partir del 1 de agosto.
Calendario emanado por la UCI con el concurso de todos los componentes del movimiento ciclístico mundial integrado por: dirigentes, organizadores, equipos, ciclistas y patrocinadores que decidieron hablar todos el idioma de la solidaridad y la coherencia ante la realidad, intentando ganarle la batalla al enemigo.
El nuevo calendario de la máxima categoría del ciclismo mundial, no dejará contento a todo el mundo pero es fácil advertir. Se elaboró pensando en brindar oportunidad a todos los equipos y corredores para competir de acuerdo a sus condiciones deportivas y necesidades, en diversos tipos de pruebas, desde las famosos clásicas de un día (18) hasta las carreras por etapas (7), de las cuales 3 son la clave del calendario: Tour, Giro y Vuelta, además del Campeonato Mundial de Ciclismo en Ruta (23-27 septiembre).
Con solo tres meses y medio como reducido espacio para maniobrar, la UCI consiguió programar un calendario que responde al calificativo de “Una copa para todos llena”, en la que es notable la acumulación y coincidencia inevitable de eventos, como el Tour de Polonia coincidiendo con la famosa Milán-San Remo.
El Tour de Francia, enfrentado a la Tirreno-Adriático y el Giro de Italia (tal vez el más afectado), coincide con 8 carreras: Bink-Bank, Lieja, Amstel, A través de Flandes, Tour de Flandes, el Tour de Guangxi, 6 etapas de la Vuelta a España y la monumental Paris–Roubaix el día final de la carrera rosada. Mientras la Vuelta a España coincide a su vez, con el Giro y también con la Roubaix así como la no menos importante clásica que cierra la temporada, el Giro de Lombardía.
De la misma manera, se dio a conocer el programa de carreras para el ciclismo femenino, dándole la gran importancia y reconocimiento que ha venido ganando, incluyendo, además del Giro de Italia, una novedosa París-Roubaix, que conlleva grandes expectativas por el futuro duelo de las damas ciclistas en el “infierno del norte”.
Una vez conocido el programa competitivo que pretende darle vida al ciclismo en este 2020, quedó muy claro por parte de todos los implicados que ante todo, seguimos dependiendo de la evolución de la pandemia y de las decisiones gubernamentales y sanitarias, faltando por conocerse los calendarios que las Federaciones Nacionales van a presentar para las carreras las demás categorías del ciclismo (equipos Pro Continentales y Continentales, Sub 23, BMX y MTB).
Diversas opiniones se escuchan ya frente al nuevo calendario, algunos satisfechos y otros ya han expresado sus molestias -sobre todo en Italia- pero estoy convencido de que en las actuales circunstancias esta es la única realidad posible y no hay otra manera de acomodar o reacomodar tiempos y eventos si de verdad se quiere brindar un mensaje de esperanza, una lección de coraje ante la adversidad y rescatar parte de todo lo que se ha perdido a causa de este peligroso enemigo con el que seguramente tendremos que aprender a convivir.