Filippo Ganna, proclamado en días pasados por el diario La Stampa de su país como el Deportista del Año fue según su hermana Carlota, recordándolo para la revista BiciSport: “Un niño de pelo rubio que un buen día cambió de color, siempre jugábamos a los vaqueros hasta que su peso y estatura nos demostraron que ya no era posible y también siempre fue un sobreprotector y celoso hasta que hoy en día ya entiende y acepta mis amistades masculinas, además porque vivimos separados, él en Ascona, yo en Lecco donde estudio ingeniería”.
Lo cierto es que este joven nacido en Verbania hace 24 años, vino al mundo para ser ciclista. Aunque jugó baloncesto y voleibol (aprovechando su estatura y peso) finalmente resultó enamorado de la bicicleta, tal vez porque en su interior siempre fue un chico y es un joven que ama vivir su propio mundo y a ello debe la infinita capacidad de concentrarse en el esfuerzo que implica luchar contra el reloj tanto en la pista como en la ruta.
Pippo, como se le conoce familiarmente, es hijo de un matrimonio de deportistas, su padre Marco fue canoísta olímpico y su madre Daniela practicante del esquí náutico, pero nunca, ni él ni su hermana fueron inducidos por sus padres hacia la práctica de un deporte específico y más bien disfrutaron normalmente sus periodos vacacionales hasta que el adolescente Filippo comenzó a correr y a “Gannar”.
Primero, en la pista donde rápidamente se hace notable por su especial capacidad para las pruebas de semifondo y las persecuciones -individual y por equipos- comenzando a partir del 2015 una interminable colección de medallas y títulos que incluyen cuatro campeonatos mundiales, dos europeos y uno italiano, amen de una buena cantidad de medallas de plata y bronce en esos mismos certámenes.
Y luego en la ruta, a donde sus 1.90 de estatura y 83 kilos de peso lo llevaron en el 2015 al Lampre-Merida en calidad de Stagiare y posteriormente al UAE Team Emirates firmando su primer contrato de dos años (2017-18), para llegar finalmente al INEOS desde el 2019 y donde ha encontrado el sitio ideal para desarrollar y perfeccionar todas sus facultades.
Ya como rutero, Ganna ha sido campeón de una París-Roubaix Sub 23, pero fue en el Giro de Italia de este año donde saltó al Olimpo de los dioses del ciclismo. Ganna demostró en 2020 que es dueño de un futuro inconmensurable en la medida en que llegue la madurez física y mental para abordar con posibilidades de triunfo una carrera de tres semanas, como sucedió con hombres de similar contextura física como Miguel Induráin y Bradley Wiggins, pero solo el tiempo nos dirá hasta donde pudo llegar Filippo.
También en la ruta, el ser Campeón Mundial CRI lo deja ad portas de ser Campeón Olímpico en Tokio 2021, al igual que en la pista le presenta esa misma posibilidad y todo indica que muy pronto – finales de 2021- podría intentar el máximo reto del hombre en bicicleta, esto es, el Record de la Hora con la ilusión de que sea este el hombre que finalmente consiga, después de 25 años, superar los 56,375 kilómetros de Chris Boardman (Manchester 1996), o que por lo menos rebase los 55,089K de Víctor Campanaerts (Aguascalientes 2019) que es la marca vigente después del absurdo plumazo de la UCI en el 2000 que retrocedió el Record de la Hora 28 años atrás.
Así las cosas, el ciclismo italiano tiene para el mundo un nuevo referente, tal vez distinto en todo a sus antecesores desde Coppi hasta Nibali. Diferente porque tal vez ninguno de los anteriores quiso ser cocinero como Filippo, seguramente ninguno se escapaba por las noches a las neveras de su casa u hotel buscando su golosina favorita, la Nutella, y tampoco es posible imaginarlos con cajas llenas de LEGO -de lo que es furibundo coleccionista- para distraerse armando toda clase de figuras.
Filippo Ganna es hoy el personaje del deporte italiano destinado en el inmediato futuro a seguir creciendo en logros y hazañas. Solo debemos esperar a que el paso del tiempo haga su trabajo en este joven talento natural de 24 años porque lo mejor para él y para este deporte está aún por venir, lo que nos permite referirnos a la famosa máxima italiana: Piano, piano si va lontano (Despacio, despacio se llega lejos).