
En la misma forma en que otros deportes (Tenis-Futbol-Golf-Atletismo), tienen en sus calendarios anuales diversos torneos y actividades que permiten tener “cautivos” a millones de seguidores así como a organizadores, patrocinadores y medios de comunicación, también el ciclismo exhibe a lo largo de cada temporada una serie de competencias que van desde el circuito de barrio o de ciudad hasta la gran carrera nacional o mundial por etapas, pasando por las no menos famosas carreras de un día o clásicas que suelen tener tanta importancia como las de mayor alcurnia.
Milano San Remo y Giro de Lombardía en Italia, Amstel Gold Race en Holanda, Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja en Bélgica y Paris Roubaix son algunas de esas carreras de un solo día donde suelen escribirse también hazañas inolvidables para la historia de este deporte.
Sin embargo, PARIS –ROUBAIX con sus 257 kilómetros infestados de peligrosos adoquines pareciera ser el súmmum de todo lo que el deporte del ciclismo significa, desde la gloria infinita del vencedor hasta la tristeza inmensa del derrotado y la tragedia del que se accidentó y sabe comprometido su futuro inmediato por la gravedad de las heridas.
Esta es la carrera que significa un esfuerzo tan extremo que pareciera más bien ser una tortura moderna consentida por los gladiadores de la bicicleta. Tanto, que al vencedor final le es entregado como trofeo, un adoquín que alguna vez un famoso periodista bautizara como “el recuerdo de que alguna vez triunfaste en el infierno del norte”.
Se trata de un recorrido que tiene a partir del kilómetro 100, por lo menos 30 porciones de terreno adoquinado (trozos de piedra de mil formas a lo largo y ancho de la vía), que obliga a utilizar bicicletas y material especial, lo mismo que a una lucha brutal para evitar transitar sobre ellos. Esos trayectos tienen diversas longitudes y los diez más importantes van desde los 1.100 metros hasta los 3.700.
Desde 1896 hasta hoy, han trascurrido 109 ediciones de la más famosa carrera del mundo en una sola jornada. Tanto que es considerada como el Tour de Francia de las carreras de un día. Su vencedor habrá alcanzado la gloria y podría dedicarse todo el año a vivir de lo alcanzado en el Velódromo de Roubaix a donde suelen llegar casi siempre solos o con poca compañía los combatientes de una guerra despiadada que se libra casi siempre con el frio y la lluvia como compañeros, a cuyo final se llega irreconocible con una máscara de barro, ojos enrojecidos y en el rostro la huella de un esfuerzo inconcebible. Es posiblemente la carrera que ha agotado todos los calificativos posibles y a pesar de su edad se mantiene tan vigente como nunca.
Historia
Su primer vencedor fue el holandés Josef Fischer y el último es el belga Johan Vansummeren. Con el paso de los tiempos, la carrera ha venido soportando la ausencia de los grandes ruteros del mundo, reyes de las carreras por etapas quienes evitan estar en la salida de la París-Roubaix, por temor a un accidente en vísperas de las grandes carreras por etapas, porque no está en sus planes de carrera o de preparación y porque entiende la inutilidad de su esfuerzo frente a la cantidad y calidad de especialistas o “clasicómanos”, que hacen tierra arrasada de esta clase de competencias.
Ello no impide, sin embargo contar con la presencia de gigantes de la ruta en el álbum de los vencedores o vencidos como Fausto Coppi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Francesco Moser, Sean Kelly, quienes dieron finalmente paso a toda una pléyade de especialistas como el belga Roger De Vlaeminck, máximo vencedor de la carrera con 4 victorias, acompañado del italiano Franco Ballerini, Johan Musew de Bélgica, y finalmente al suizo Fabián Cancellara y al también belga Tom Boonen quienes se han repartido 2 y 3 triunfos respectivamente en los últimos 7 años.
Boonen el favorito de todos
Precisamente estos dos colosos del ciclismo clásico, deberían subir al ring este domingo para dirimir superioridades en el 2012 pero el accidente sufrido por Cancellara hace una semana le impide al mundo del ciclismo vivir este duelo de antología entre dos auténticos gladiadores, lo que deja a Boonen quien viene de ganar las tres últimas grandes clásicas en posición de gran favorito pero igualmente deberá enfrentar la férrea resistencia de la armada italiana encabezada por Filippo Pozzato, Daniele Bennati, Alessandro Ballan, su propio paisano Philippe Gilbert quien fue el mejor corredor de clásicas del 2011, el veloz noruego Thor Hushovd, y así sucesivamente una serie de hombres que aspiran a ganar el año de una vez por todas imponiéndose en la pista del viejo velódromo de Roubaix.
Curiosamente el ciclismo español, rico en campeones del ciclismo nunca ha encontrado el hombre capaz de llevar a su tierra el anhelado adoquín del campeón y esta vez tratará de nuevo con Juan Antonio Flecha, segundo en 2007 y tercero en 2010.
Colombia
El ciclismo colombiano estará presente con Leonardo Duque, el formidable y experto hombre del equipo francés Cofidis. Leonardo es portabandera de un ciclismo famoso en Europa pero poco conocido en esta clase de carreras y menos en Paris-Roubaix, donde la escasa historia de nuestros ciclistas nos dice que Víctor Hugo Peña fue un participante frustrado hace 5 años cuando tomó la salida en París, y dirigiéndose a una neutralizada carrera hacia el Kilómetro cero, cayó contra el filo de un andén, sufriendo una fractura que le impidió saber lo que era una de las ultimas aventuras del hombre moderno en bicicleta: LA GRAN PARIS-ROUBAIX.
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