
Alberto Contador logró la victoria hoy en la Milán-Turín, la prueba más antigua del calendario italiano y que llevaba sin celebrarse desde 2008. La meta, además, estaba situada en la cumbre de la Basílica de Superga, una subida de casi 5 km al 9 por ciento, en un lugar emblemático de Italia y donde sólo había llegado antes una gran carrera, la cuarta etapa del Giro de 1958, que ganó precisamente otro español, Federico Martín Bahamontes.
Hoy, la victoria de Contador, que el sábado cerrará su temporada con el Giro de Lombardía, ha venido a ratificar el buen estado de forma del líder del Saxo Bank-Tinkoff Bank. “Ha sido un esfuerzo máximo. Joaquín (Rodríguez) ha cogido unos metros y me he puesto a tirar, he podido cogerle, he tomado un poquito de aire a rueda y he probado “, explicaba Alberto, que lanzó su ataque definitivo a un kilómetro de meta. “Estoy muy, muy contento de ganar, especialmente por hacerlo en Italia”, afirmó.
“Hoy por la mañana, cuando me he levantado, pesaba 2,4 kg más que en la Vuelta, sabía que eran 190 kilómetros, que ayer no había entrenado y que antes de ayer sólo había hecho 40 kilómetros, pero la cuestión era llegar al final con fuerzas en las piernas”.
Alberto, que tras el esfuerzo de los Mundiales había regresado a Pinto el lunes para volver a coger un avión el martes, estaba un poco cansado y por eso esta victoria, según dijo, “ha sido en cierto modo una victoria inesperada. Se la dedico a todos mis compañeros y a alguien que he tenido muy presente durante los Mundiales, a Víctor Cabedo. Allí donde esté, esta victoria es suya”.
El sábado, Alberto volverá a tomar la salida en el Giro de Lombardía, su última prueba de la temporada, pero hoy no quería hablar de eso. “Ahora lo que necesito es descansar y comer bien. Ya hablaremos el sábado”.
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